martes, 26 de julio de 2011

Navegando por el mar

-Llevo varios días soñando con algo.

-¿De qué se trata?

-Estoy en mi velero, cruzando el Estrecho de Gibraltar. A proa, decenas de buques mercancía, a popa, el rastro de mi timón surcando el oceáno. Hace un tiempo soleado, con el viento suficiente para que las velas no se tensen, sino que simplemente sean acariciadas suavemente. Llamo a Bea, que sale del camarote interior con sus gafas de sol y su bikini rojo. Me dedica la mejor de sus sonrisas, en la que hace ese ruido de ardillita. Se pone a mi lado, me da un abrazo y señala a dos gaviotas que vuelan en pareja. Yo le guiño el ojo y le besó. Ahí me despierto siempre.

-¿Cuándo murió?

-El tiempo suficiente para que la forma de su cuerpo siga en mi cama.

-Tienes que pasar página. No volverá.

-Claro que sí.

-Está muerta...

-Pero viva.

-¿Dónde?

-Ya te lo he contado.

domingo, 24 de julio de 2011

Notas de un asesino (V)

Soy raro. Quizás por ello trabajo en lo que trabajo. Aunque me siento afortunado, tiendo a sentir lástima por lo que hago. Se lo merecen, sí, me pagan por ello, sí, pero son personas como yo al fin y al cabo. Me ofrecen cantidades de dinero desorbitadas que acepto, a pesar de que siempre me parezca poco, muy poco.

Sé que continuamente pretendo justificarme, con argumentos que realmente son ciertos para mí, pero eso no quita que sea malo, porque lo es. Me considero un enganchado a su droga, que consume más y más, a veces poniendo en riesgo su vida. Yo antes planificaba quedarme solo con mi víctima, ahora liquido en presencia de otras personas. Digamos que busco la ola perfecta, aunque realmente no exista.

Lo que más acerca a esa hipótetica "ola perfecta" es el asesinato por motivos sentimentales. En eso entra la venganza, la defensa propia o por amor al arte. Sí, ya lo expliqué al principio, matar es un arte, aunque también sea un lucrativo negocio. Esta nueva condición del asesinato no te deja disfrutar realmente, se convierte en una rutina que puede llegar a destrozarte no como ser humano (eso se da por supuesto cuando has segado alguna vida), sino como ser racional.

Conocí, no hace mucho, a un equipo de cuatro ladrones serbios que iban de mansión en mansión del mundo robando joyas. Planificaban cada paso, cada disparo, cada detalle. Tenían un lema: "Nadie se defiende, llaman a la policía". Todos llaman, menos aquel chalado del lago Como que se cargó a tres con una recortada y reventó la pierna al restante.

Creer que los humanos somos una secuencia de acciones y reacciones, que es lo que suele pasar cuando los billetes no te dejan ver tu nariz, puede acortar tu vida de forma drástica. Para evitar eso, yo hago de vampiro.

Estoy en un bar, palpo el ambiente, me fijo en una chica, me acerco sin ahuyentarla, converso, la invito a una copa, a dos, a tres, le acompaño afuera para liarnos, le beso...y le hundo el cuchillo en el cuello.

Mi pasatiempo, para innovar un poco. Más o menos he descrito un día poco inspirado, aunque me gusta masticar lentamente antes de engullir. Siempre las elijo con cuello bonito y desnudo de colgantes, cascabeles o demás. Y no, nunca he probado la carne humana, ni tampoco he saboreado la sangre. Pero la idea de un monstruo que sorbe la sangre de sus víctimas para sobrevivir me resulta...interesante.

Siempre recordaré mi primera cacería. Tenía 19 años. Ya había asesinado en otras ocasiones, pero pasaba por una época vacía y sin sentido. En pocas palabras, me había enamorado de la chica equivocada.

Ariadna. 18 años. Morena, rellenita, buena delantera y trasera. Una zorra que se beneficiaba a todo lo que se moviera. Menos a mí. Sabía de mis pequeños vicios y prefería mantenerme como amigo especial, a una distancia considerable del resto de sus conocidos, eso sí. Quedaba con ella y hablábamos durante horas. ¿Sobre qué? Su padre era policía y ella tenía unos conocimientos muy útiles sobre cómo analizaban la escena de un crimen y demás. Poseía la capacidad de hipnotizarme y la usaba en su provecho. Practícamente podría decir que éramos una pareja divorciada, en la cual yo siempre le pagaba una pensión que gastaba en sus amantes.

Un sábado, decidí acabar con ella. Compré una navaja suiza, me la guardé en el cinturón y me puse guantes de plástico. Camisa verde, AXE y mis mejores vaqueros. Fuí a la discoteca y allí me la encontré, con un modelito corto y azul y con su lengua metida en la garganta de un rubio con pinta de inglés. Le toqué el hombro. Ella tardó en reaccionar. Cuando me vió, dos besitos en la mejilla y el rubio a paseo. Me sonrió con sus ojitos cerrados. Más borracha de lo que suponía y eran las doce. La llevé al sillón que había en el límite de la pista de baile. Me ofreció un cigarrillo. Yo acepté. Ella me acarició la rodilla. Calentarme y divertirse mientras oía sus historias. Sucia perra.

Tuve que resistir la tentación de escucharla. Simulé lanzarme y le dije que me apetecía ir al baño. La llevé de la mano a los retretes con cerrojo. Gracias, baños mixtos.

Se arrodilló y me abrió la cremallera. Tan bebida, hasta a mí.

Su padre la encontró con su cabeza sumergida en un vater atascado y con la nuca abierta por la navaja que estaba tirada en el suelo. Los forenses encontraron restos de semen en la comisura de sus labios. No les sirvió de nada, mi manguera jamás apunta a otra cosa que no sean las plantas.

Asesinato y sexo. Un combo tan macabro como espectacular, el cual repetí en diversas partes del mundo. Pero fue irrepetible, fue mi ola perfecta. Intento llegar a tal nivel de perfección en todos mis trabajos, nunca logro ni acercarme. Solo pasa una vez en la vida.

¿Hablamos de mi infancia?

CONTINUARÁ

 







 

miércoles, 20 de julio de 2011

Niñez

Siempre han existido hombres extraordinarios, los cuales regalan al mundo unas historias igualmente extraordinarias. En el caso de Alessandro Randuccio, hay una discordancia entre persona y relato. Él fue un ser bienintencionadamente cruel que, sin embargo, posee una de las vidas más extrañamente atractivas que puedas encontrarte a lo largo y ancho de este mundo.

 Su padre era un putero y su madre una de sus putas. Viajaban por todos los pueblos italianos en busca de clientes. Al darse cuenta de que una de sus trabajadoras se hallaba embarazada, su padre biológico se deshizo de ambos en los Alpes mientras él continuó con su exportación del placer sexual.

Su madre caminó al sur con el niño hasta que paró deshidratada en Aosta, una próspera ciudad en tiempos de la Pax Romana. El cura recogió a la mujer para llevarla a su parroquia. Allí tuvo al protagonista de nuestra historia, un 4 de marzo de 1790. 

Su madre estuvo recuperándose hasta que varias noches después desapareció sin dejar rastro, por lo que el bebé pasó a ser el hijo de aquel cura...y de su amante. Sus nombres eran Pietro del Nero y María Randuccio. No podían procrear dada la condición de éste, así que lo trataron como un hipótetico fruto de su amor, prueba de ello que fue bautizado en secreto con el nombre preferido de él y con el apellido de ella.

Su infancia transcurrió entre una buena educación dada por su padre adoptivo, versado en filosofía y teología por sus estudios, y un comportamiento bipolar de su madre adoptiva, la cual le trataba con cariño y desprecio a partes iguales, por aquello de que tenía que aceptar que no era suyo.

Ya desde joven se fue viendo que se inclinaba más al infierno que al cielo, pese a los esfuerzos de Pietro. A los 8 años, se dedicó a vender por los pueblos del valle de Aosta presumibles cabellos, huesos o dientes de santos, que en realidad se trataban de trozos de cadáveres enterrados en la parroquia. Pero los lugareños no dudaban en comprarle a ese chaval moreno, flaquito, hablador y con una sonrisa de oreja a oreja.

A los 12 años se fue del pueblo. La aventura le llamaba y, sobre todo, la mar. Desde temprana edad había oído a los marinos que estaban de paso por el pueblo, relatando capturas de peces, conquistas de mujeres, asaltos a barcos o descubrimientos de tesoros. Él querría volver otra vez a su tierra para hacer lo mismo (nunca volvió, pero ya se contará por qué)

Llegó hasta el puerto de Génova, donde se coló en el bargo genovés "Buena Fe" que le llevó hasta Cádiz. Hasta aquí lo absolutamente verificable por la memoria del sacerdote Pietro, los carteles por todo el valle alertando de la "estafa de las reliquias" y los testimonios de marineros genoveses de dicho barco que declaran haberle visto entrar en Génova y salir en Cádiz. A partir de entonces, seguimos con la historia o empezamos  con la leyenda, juzguen ustedes.




lunes, 18 de julio de 2011

Sombras

Sus llaves asidas a la mano temblaban, su verruga en el cuello parecíaa punto de explotar y su mirada se alejaba más allá del coche estacionado delante suya. Yo me encontraba aparcando mi Audi en el sitio de al lado. Cuando lo cerré, el hombre tenía como música el tintineo de su llavero con el resto de sus potencias metálicas. En principio, pasé de largo, con las ganas de un trago y una chica. Me detení un momento para colocarme la corbata más recta y reparé de reojo en el hombre. Misma postura, mismo movimiento, mismo ruido.

Retrocedí y le dí una palmada en la espalda:

-¿Está bien?

Ni se molestó en ver con quién hablaba. Simplemente:

-Ni bien ni mal.

-¿Entonces?

-Vacío.

-¿Vacío?-respondí extrañado.

Su cabeza giró hacia mí y me puso a la mano en el hombro:

-¿Te cuento un secreto?-Tiró las llaves lejos.

Yo asentí dudando de su salud mental.

- Siempre seremos solitarios acompañados, porque ya no hay personas, sino sombras.

Unos faros nos iluminaron. Venían de lejos. El hombre se puso en la trayectoria. Las luces frenaron tres metros tarde. Su cuerpo salió despedido hacia delante. Murió del golpe contra el suelo. Cuello roto.

No le pregunté cómo se llamaba. Tampoco a la chica que abandonó mi cama a la mañana siguiente.





domingo, 10 de julio de 2011

Notas de un asesino (IV)

-¿Qué quiere que le diga?-Temblaban sus piernas. Me ponía nervioso.

-Busquemos la verdad ¿no cree?-Un disparo en una de ellas y la sangre humedeció su pantalón. Gritó con el contacto de la bala. Seguía el viento huracanado afuera.

Él intentaba tumbarse de una forma cómoda. Yo pisaba con fuerza la herida.

-¿Duele?

Apretaba los dientes. No aguantaría mucho desangrado.

-Mírame bien. ¿Recuerdas esta cara?-A esto le llamó disfrutar.

Le agarré de la cabeza y le pusé su cara a un palmo de mí. A los segundos, ya sabía quién era.

-Cabrón-me escupió.

-¿Yo? Tú mataste a tres inocentes banqueros-me limpié la cara y le golpeé en el pecho con mi revólver.

-Cabrón.

-¿No sabes decir nada más?

Él seguía mudo.

-Sí, mandaste mi foto a todos los periódicos. Sí, ví cómo me seguías. Sí, yo también te seguí. Sí, yo maté a los tres.

-Tú pagado por la CIA para meter a Alemania aún más en la guerra. Yo pagado por tí mismo para matarte. ¿Por qué?

-Seguiste los mismos pasos que yo, sólo que un poco por detrás. Eres mi falso culpable.

-Todos sabrán tu aspecto. Jamás podrás andar tranquilo.

-Mato gente. La tranquilidad no forma parte de mi trabajo.

Un agujero en su cabeza le silenció.

Al día siguiente, mi retrato en los diarios de todo el mundo, junto al de Thomas Scholl. Se me relacionaba como su cómplice. Portaba una gabardina negra y unas gafas. Mi pelo tenía color azabache y mi nariz salía de la bufanda que me rodeaba la cara cual topo que sale del hoyo.

Por primera vez, leí mi nombre, aunque fue sin que le otorgasen mayor importancia. No pasa nada, aparecería más...y el mundo aprendería a temerlo.

CONTINUARÁ

jueves, 7 de julio de 2011

Cincinnato moderno



Todavía se recordaba el arcoiris que se dibujó en el aire. La bola ascendió tan alto y cayó en picado hasta la canasta como un águila que ve a un ratón perdido. El público coreando su nombre, una y otra vez. Sus compañeros abrazándole mientras él lloraba como un crío. Todo un año concentrado en el objetivo de llevar el anillo a la ciudad. No debía mostrar debilidades y tenía que explotar las de los demás. Normal que se desplomara emocionalmente, más incluso que los perdedores. Si habían caído, es que carecían de la ilusión de ganar por primera vez, Y esa solo la posees cuando estás más cerca de perderla.

Se retiró al día siguiente, con 22 años. Se marchó en la gloria, simplemente cumplió lo que prometió en su contrato de un solo año: "Traeré un anillo a esta franquicia"

Se fue con su novia de una población que le adoraba como un dios tan poderoso como lejano y compró un terreno en su tierra natal, lejos del ruido medíatico. Cultivó todo tipo de legumbres, aparte de criar cerdos, vacas y gallinas. Tuvo con su esposa tres hijos,dos niños y una niña , a los cuales envió a un internado suizo, para que fueran educados de la forma más adecuada posible.

Cinco años después, un hombre trajeado llegó a la casa. Tenía en la mano otro contrato de un año. El equipo quería otra vez el Paraíso. Él simplemente dijo: "Pero esta vez no cobraré" El emisario se sorprendió:"¿Por qué?" Él finiquitó: "No es victoria, es felicidad. Y eso nunca ha costado dinero"

Pon un zombie en tu vida...si es que no lo tienes ya

Acabo de terminar "Guerra Mundial Z" de Max Brooks. Me ha parecido un gran libro, no ya del género de terror, sino de la literatura actual en general. No digo que vaya a pasar a la historia de las letras (ídem de demás novelas escritas en este siglo), sólo que es superior que "Los hombres que no aman a las mujeres" o "Harry Potter", por poner ejemplos de lo que la sociedad considera "unas cientas de páginas escritas a ¡dos caras! que resultan entretenidas para todos"

¿Y de qué va este libro? Pues en en pocas palabras, de zombies comiendo humanos. Premisa que nos da la imagen mental de las películas de George A. Romero, con miles de caníbales de paso lento persiguiendo a un grupo de humanos que se atrincheran en una casa, esperando ayuda o simplemenente sobrevivir un rato más, no vaya a ser que el largometraje casposo se quede en cortometraje casposo.

Sin embargo, esta obra profundiza en el asunto, le da un sentido. Por decirlo al estilo gafapasta: racionaliza el acontecimiento. Ya no es sólo salvajes que buscan matar, sino salvajes que buscan personas de carne y hueso, cada una con su historia personal y con su visión sobre el asunto. También se describe a la sociedad que se forma tras el pequeño reto que supone tener a un vecino que se dedica al sistemático engullimiento de todo lo que tenga dos piernas (e incluso ni eso, como se ve en el vibrante testimonio de un paralítico)

Pero expandamos nuestras mentes. Actualmente, el interés sobre el tema "muertos vivientes" aumenta como nunca habíamos visto. En 2009,  la obra conjunta de Seth Grahame Smith y a título póstumo Jane Austen empezaba así:
Es una verdad universalmente reconocida que un zombi con cerebro necesita más cerebros.
Es una verdad universalmente conocida que un zombi con cerebro necesita más cerebros


El clásico, con infectados. Una locura que atrajó a miles de lectores. Ahora se está pensando en hacer una película, al igual que con la mencionada "Guerra Mundial Z". Esta última estará protagonizada por nada menos que Brad Pitt.

Otra película reciente sobre el fenómeno muerto viviente es "Zombies Party", que a mi consideración es la mejor que se ha hecho sobre el tema, ya que los pinta como seres sólo un poco más horripilantes que nosotros. Hay dos escenas en las que el protagonista, Shaun, se comporta de manera igual aunque los ambientes en las dos son diametralmente opuestos. En una hay vida normal, en la otra los zombies han entrado en acción. Shaun sigue en su camino hasta comprar en el supermercado con total paz en ambas. El hombre imperturbable ante lo que le rodea.

Ya seguiremos hablando un poco más adelante de este filme. Ahora debemos detenernos en las dos grandes series que se han producido en este siglo en los distintos lados del Atlántico. Por un lado, "Dead Set: Muerte en directo", inglesa, por otro, "The Walking Dead", americana. Ambos son productos de una altísima calidad, impensable hace una década, cuando este tipo de producciones estaban destinadas a ser Serie B.

¿A qué se debe este interés por los muertos vivientes? ¿A qué se deben estos productos tan elaborados para algo tan fantástico?

Hay varias razones. La primera es que lo consideramos el único fenómeno fantástico viable, ya que existen y han existido personas e incluso civilizaciones que han caído en el canibalismo. También el hombre moderno ha  consumido la carne de sus propios hermanos en momentos de extrema necesidad, como el accidente de un avión comercial en los Andes en octubre de 1972.

La segunda es que nos sentimos identificados con ellos, ya sea porque tienen unas pautas de comportamiento similares a las de ciertos miembros de nuestra especie o porque son directamente de nuestra raza . En el primer caso, no se rían. Somos seres que se hipnotizan con facilidad. Miren a los forofos del fútbol o a los de cualquier deporte. Tienen unos cánticos y movimientos comunes, aparte de que se muestran violentos a los que no son de su equipo. En el segundo caso, los personajes no conectan emocionalmente con un extraterrestre, pero si con algo que ha tenido una vida como ellos hasta que se infectó. Hay una escena de "The Walking Dead" en la que el protagonista sigue a una niña infectada sin piernas. La mata no sin antes prguntarse quién era antes de todo. Siente lástima de terminar una vida, aunque él sepa que aún dejándola viva no podría recuperarla.

La última es su capacidad de aterrorizarnos. Su paso lento y cojeante, sus manos en dirección a su víctima, las manadas en las que se mueven, su cuerpo herido gravamente, sus gemidos de lobo apaleado, sus golpes contra las puertas cerradas... Nos hacen sentir agobio y la sensación de no tener escapatoria. Porque nos rodean, nos arrinconan y, por último, nos muerden.

En definitiva, los zombies están empezando a ejercer sobre el humano contemporáneo una fascinacion sin precedentes. Nunca se sabe cuando vas a encontrarte a tu madre devorando a tu padre dormido en la cama.

lunes, 4 de julio de 2011

En la playa otra vez



El tacto con la arena me horroriza. Que cada granito se te incruste en el bañador me hace sentir incómodo. Cuanto más me intento liberar de esta prisión minúscula, más aumenta la frustación de no conseguirlo. Puro desasosiego que algo roze mis piernas y no sea algo que vea de forma directa.

Me tiro al agua y compruebo como algo cambia. Un frescor mueve mi pelo para dejarlo sin gravedad debajo de la superficie. Unas pompas se forman desde mi boca, rescoldos de mi respiración, no puedo controlarlos. Un verdor reina mi visión, con un gobierno de sombras turbias a mi alrededor. Alzó la vista y compruebo como el cielo se ha vuelto un ente aún más inalcanzable y desconocido.

Ya no puedo seguir buceando. Asciendo propulsado por mis dedos y una bocanada de aire es lo primero antes de otra cosa. Las pupilas se dilatan, el anterior blanco aparece ensangrentado. Mis brazos siguen los movimientos de las continuas olitas. En el horizonte de los metros hay algo que me supera en altura. En su cresta farfulla el blanco y en su cuerpo grita el azul. En el movimiento se encuentra la fuerza de su sentido. Pero golpearme la rompe, la parte en dos, aunque continúa su camino hasta abrazar a la orilla. Maldita orilla. Maldita arena.