domingo, 10 de abril de 2016

El ornitorrinco volador

En el año 1939, el anciano biólogo Marcus Campbell avistó a un ornitorrinco volando en el cielo de Londres. Nadie le creyó, dado que los ornitorrincos no vuelan y menos en la capital británica, muy lejos de su hábitat natural. Marcus, sin embargo, no se amedrentó y se mantuvo vigilante, a la espera de que semejante criatura volviera a aparecer en el firmamento londinense.

A los diez años, el hombre sufrió un ataque de corazón y murió. Tras él, dejó una serie de documentos en los que se especulaba sobre la localización del nido del fantástico animal. Su sobrino, Peter, de 25 años y abogado de profesión, retomó la investigación donde la había dejado su tío y visitó los lugares en los que supuestamente se hallaba la criatura.

De la isla de Man hasta los campos de Irlanda, pasando por las praderas de Gales, Peter buscó al ornitorrinco volador. Le preguntó a los nativos y solo obtuvo extrañas visiones de bandadas de patos con forma de castor, que de cuando en cuando bajaban a los pueblos para atacar a sus habitantes.

Peter, finalmente, se hizo a la mar y buscó el nido en las aguas que separan las Islas Británicas de Islandia.

Nunca más se supo de él.