viernes, 21 de noviembre de 2014

El humo salía malherido de aquella colilla pisada con pereza, una más de las que formaba un tosco círculo alrededor de él. Sus dientes rechinaban. El sudor caía por su espalda. No llegaba.

Tenía tantas preguntas. Por qué ahora, tras el silencio de tantos años. Qué le motivó. Dónde estuvo.

Cómo lo compensaría.

Ya no quedaban cigarros en la cajetilla. La tiró con fuerza, pero el viento jugueteó con ella hasta dejarla a sus pies. Una patada la alejó definitivamente. Se perdió por debajo de un coche aparcado enfrente.

Ni por la izquierda ni por la derecha se veía una silueta. La calle no daba más que reflejos tibios en los escaparates de un sol nublado. 

No llegaba.

No llegó.

No existía.

No existió.

No.