domingo, 13 de septiembre de 2015

La inocencia de Ciudadanos

El tridente de competidores por La Moncloa se convirtió en un cuarteto. Éramos pocos y parió la abuela, encima sin nueve meses de gestación. Todo fue tan rápido que el recién llegado iba con lo puesto, con el afán de lograr la ubicuidad reservada a la Virgen María. 

Y ahí estuvo Albert Rivera durante varios meses, sin más compañía que otros tertulianos, hasta las municipales y las autonómicas de este año. Entonces se empezaron a conocer otras caras naranjas, algunas atractivas y con un fuerte discurso, otras grises que jugaban bien a ser coristas populares y alguna experimentada que se sentaba con gusto en medio de la telaraña andaluza. 

Visto el percal, las expectativas de alcanzar el poder se fueron enfriando, aspirando ya a no quedarse muy rezagados con respecto a los otros tres. Y esto se debe a que apoyar a uno u otro con el criterio de la estabilidad no da muchos réditos frente a la gente de a pie, que te terminará colocando como una rémora, el ser que vive al amparo del más grande.

Pero este inocente contendiente, que se deja llevar por sus socios puntuales, aún con una actitud exigente, podría tener un papel clave que jugar en esta partida, el de hacedor de un presidente del Gobierno en 2016. Apoyar a Mariano Rajoy sería un suicidio para Ciudadanos, por lo que no se puede descartar la envolvente riojana para situar a un gobernante limpio de presuntas corruptelas y más cercano a la generación de la nueva política. 

Esa sería la aspiración naranja a corto plazo, ser una rémora que liquida a un viejo tiburón para alimentarse de otro más joven. A largo plazo, que Albert Rivera sea eterna muleta de un PP renovado parece tan probable como un liderazgo tranquilo de Pablo Iglesias a la sombra del PSOE. 




viernes, 11 de septiembre de 2015

Hacer

Rojo. Lo único que veía. Rojo intenso, sin matices, vivido. 

Sangre, en definitiva.

Al poco, el carmesí se dejó acompañar por el blanco. 

Una bruma, una niebla que raptaba el horizonte. 

Se limpió la frente y se levantó del suelo. El tacto sugería hierba, húmeda por el rocío. No había amanecido.

Volvió a limpiarse la cara. No paraba de brotar líquido. La herida era reciente. 

-Oiga.

La voz procedía de su espalda. Mezclaba modales con frialdad.  

-No corra. 

Lo intentaba con todas sus fuerzas, pero el cuerpo no respondía. Unos pasos se oían atrás, cada vez con más decisión. Una mano lo agarró del hombro y lo arrastró al suelo sin apenas esfuerzo.

Un ser grande como un campanario y con la constitución de un toro lo observaba impertérrito en las alturas. Fueron tres segundos de calma antes de la tempestad.

-Esto por mi hermana.

Con cuatro dedos de cada mano lo agarró del cuello. Con los dos pulgares empezó a presionar en sus ojos. El rojo y el gris dieron paso al negro. Pudo suspirar cuatro palabras antes de que su cráneo se quebrara:

-A ella le gustó.

Los pulgares del fornido abandonaron las cavidades que alojaban la vista del cadáver. Entre lágrimas, destrozó lo que le quedaba de sesera con sus puños.







martes, 8 de septiembre de 2015

Eternamente esto

-¿Después de esto hay algo?

-¿Después de qué?

-Después de la vida, cariño.

-A saber.

-Eso es que no lo crees.

-Pues claro.

-Y entonces, ¿para qué nos casamos?

-Por la familia y los amigos.

-¿Y por nosotros no?

-Llevamos siete años viviendo juntos, lo nuestro era un matrimonio antes.

-Pero no para la eternidad.

-De lo eterno nada sé, lo que cuenta es esto.

-¿Y esto qué es?

-Un beso.

domingo, 6 de septiembre de 2015

Deber

Las luces de neón del Audi deslumbraron toda la calle y a la chica que se apoyaba en la farola estropeada. Ojos de pantera buscando presa, cuerpo sinuoso como el Amazonas y piel tostada por el sol de la selva brasileña, con una gabardina roja que la protegía de la intermitente lluvia. 

El deportivo paró delante de ella y apagó la iluminación. Una sombra bajó, la sombra de un hombre de constitución recia, con brazos de armador y de altura baloncestista. A dos metros de la mujer, se detuvo. La fémina habló primero:

-Cuánto tiempo. 

-Sí.

-El coche...

-Lo hicieron a mi medida.

-Déjame verte.

El fornido dio un paso, de un metro. Una cicatriz surcaba su cara, desde la frente hasta la barbilla. Le faltaban unos dientes. Sin embargo, era bello, como un tigre viejo que se retira a morir.

Pero tenía 30 años. 

Ella cambió su expresión por la de un gato asustado. Se intentó acercar para verle más de cerca. Él la detuvo con el brazo:

-No.

-¿Qué pasó?

-Me abandonaste.

-Yo no quería.

-Me abandonaste igualmente.

Una lágrima descorrió el rimel de la joven. Él no se inmutó.

-Por favor...

-No.

La gota se convirtió en un mar. La mujer sollozó:

-Te quiero. Siempre te he querido. Desde que éramos pequeños. Por favor...

-Me abandonaste.

La torre se resquebrajaba. Su enorme mano se apoyó en el fino hombro de ella:

-Pero eres mi hermana, así que destrozaré a ese hijo de puta. 






martes, 1 de septiembre de 2015

La revolución traicionada de Podemos

¿Recuerdan cuando Pablo Iglesias iba a ser presidente del Gobierno? ¿Recuerdan cuando el PSOE estaba en la UVI? ¿Recuerdan cuando Mariano Rajoy era un zombie político? ¿Recuerdan cuando Albert Rivera se asomaba a la política nacional pero no terminaba de protagonizarla?

Espero que sí, porque esto fue hace menos de un año.

Ahora todo ha cambiado. Y es imposible saber si de aquí a las elecciones generales de finales de 2015 el clima político seguirá igual. Sin embargo, hay un proceso que parece inexorable e inmutable: la traición a la izquierda libertaria que supone Podemos.

Esta puñalada por la espalda al socialismo de base obrera no es ni mucho menos novedosa. Sin duda, a todos se nos viene a la cabeza la situación griega, con un Tsipras aceptando un acuerdo de rescate europeo diametralmente opuesto al programa izquierdista con el que ganó las elecciones. Sin embargo, yo prefiero ir algo más atrás, a la Inglaterra de los años 40, a lo que escribe en El león y el unicornio el periodista y escritor Eric Blair, el cual pasaría a la posteridad como George Orwell: 

La historia de los últimos siete años ha dejado clarísimo que el comunismo no tiene la menor posibilidad de éxito en Europa occidental. El atractivo del fascismo es infinitamente mayor. En los países de habla inglesa nunca tuvieron una presencia seria de verdad. El credo que difundían podía ser atractivo sólo para un tipo de personas bastante infrecuente, que se encontraba sobre todo en la intelectualidad de clase media, es decir, el tipo que ha dejado de tener amor por su país, pero que sigue sintiendo la necesidad del patriotismo, y que por lo tanto desarrolla sentimientos patrióticos hacia Rusia. Hacia 1940, luego de trabajar durante veinte años, y tras invertir grandes cantidades de dinero, el Partido Comunista Británico apenas contaba con 20 mil miembros, cifra de hecho menor a la que tuvo en sus comienzos, en 1920. 

Ciertamente, ese comunismo o socialismo ortodoxo ha estado apoyado, al menos en los países occidentales, por las clases medias pudientes (intelectuales, periodistas, profesores universitarios, sindicalistas no obreros) o directamente por algunos sectores de las élites adineradas. Son aquellos que solo pueden ganar algo con un cambio de sistema si ellos son los que los que lideran esa rebelión. Con Podemos se repite este mismo esquema.

Al mencionar la falta de amor hacia su patria, pero la necesidad de sentimientos patrióticos, vemos aquí la constante referencia de Pablo Iglesias a los "verdaderos patriotas" (por supuesto, él es uno de ellos, si no el que más), mientras que desprecia de manera sistemática los símbolos de España o "Estado español".

En paralelo, Podemos alaba la valentía del pueblo griego o los avances de Latinoamérica. La Transición española, un proceso que, aún con defectos, ha sido sencillamente insólito en el mundo, no han merecido las alabanzas de estos "verdaderos patriotas".

Pero, ¿son estos verdaderos socialistas, aquellos que traerán un nuevo sistema?

No rotundo. Si Podemos fuera una auténtica fuerza revolucionaria, habría apostado por la confluencia con otros partidos de similares ideas tras las europeas, un frente popular que sería imparable en el sector ideológico de la izquierda y que sin duda sepultaría a un PSOE desgarrado. Pero ellos, contrarios a cualquier lógica largoplacista o trascendental, decidieron desplazarse al centro y pactar con el PSOE en autonomías y capitales españolas, facilitando la consolidación de los socialistas y dejando claro el objetivo de Podemos: tener sillones y manejar presupuesto.

Y, así, con esta muestra de ambición cortoplacista, Podemos renunció a gobernar España, ya que se ensució en acuerdos con ese PSOE que antes era casta y ahora, merced de unas reuniones en los reservados, se transformaron en un partido que podía ser socio. 

Sin duda, a Pablo Iglesias le dio vértigo hace un año, con esas encuestas  y decidió ser una formación política de centro con ramalazos y gestos izquierdistas, más chic que antisistema, que nunca apostaría por una verdadera unidad de fuerzas sin personalismos. En suma, traicionó a la revolución, algo que empieza a inquietar a los socialistas convencidos. Veremos cómo lo gestiona.