Retrocedí y le dí una palmada en la espalda:
-¿Está bien?
Ni se molestó en ver con quién hablaba. Simplemente:
-Ni bien ni mal.
-¿Entonces?
-Vacío.
-¿Vacío?-respondí extrañado.
Su cabeza giró hacia mí y me puso a la mano en el hombro:
-¿Te cuento un secreto?-Tiró las llaves lejos.
Yo asentí dudando de su salud mental.
- Siempre seremos solitarios acompañados, porque ya no hay personas, sino sombras.
Unos faros nos iluminaron. Venían de lejos. El hombre se puso en la trayectoria. Las luces frenaron tres metros tarde. Su cuerpo salió despedido hacia delante. Murió del golpe contra el suelo. Cuello roto.
No le pregunté cómo se llamaba. Tampoco a la chica que abandonó mi cama a la mañana siguiente.
Ni se molestó en ver con quién hablaba. Simplemente:
-Ni bien ni mal.
-¿Entonces?
-Vacío.
-¿Vacío?-respondí extrañado.
Su cabeza giró hacia mí y me puso a la mano en el hombro:
-¿Te cuento un secreto?-Tiró las llaves lejos.
Yo asentí dudando de su salud mental.
- Siempre seremos solitarios acompañados, porque ya no hay personas, sino sombras.
Unos faros nos iluminaron. Venían de lejos. El hombre se puso en la trayectoria. Las luces frenaron tres metros tarde. Su cuerpo salió despedido hacia delante. Murió del golpe contra el suelo. Cuello roto.
No le pregunté cómo se llamaba. Tampoco a la chica que abandonó mi cama a la mañana siguiente.
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