lunes, 18 de julio de 2011

Sombras

Sus llaves asidas a la mano temblaban, su verruga en el cuello parecíaa punto de explotar y su mirada se alejaba más allá del coche estacionado delante suya. Yo me encontraba aparcando mi Audi en el sitio de al lado. Cuando lo cerré, el hombre tenía como música el tintineo de su llavero con el resto de sus potencias metálicas. En principio, pasé de largo, con las ganas de un trago y una chica. Me detení un momento para colocarme la corbata más recta y reparé de reojo en el hombre. Misma postura, mismo movimiento, mismo ruido.

Retrocedí y le dí una palmada en la espalda:

-¿Está bien?

Ni se molestó en ver con quién hablaba. Simplemente:

-Ni bien ni mal.

-¿Entonces?

-Vacío.

-¿Vacío?-respondí extrañado.

Su cabeza giró hacia mí y me puso a la mano en el hombro:

-¿Te cuento un secreto?-Tiró las llaves lejos.

Yo asentí dudando de su salud mental.

- Siempre seremos solitarios acompañados, porque ya no hay personas, sino sombras.

Unos faros nos iluminaron. Venían de lejos. El hombre se puso en la trayectoria. Las luces frenaron tres metros tarde. Su cuerpo salió despedido hacia delante. Murió del golpe contra el suelo. Cuello roto.

No le pregunté cómo se llamaba. Tampoco a la chica que abandonó mi cama a la mañana siguiente.





No hay comentarios:

Publicar un comentario