lunes, 4 de julio de 2011

En la playa otra vez



El tacto con la arena me horroriza. Que cada granito se te incruste en el bañador me hace sentir incómodo. Cuanto más me intento liberar de esta prisión minúscula, más aumenta la frustación de no conseguirlo. Puro desasosiego que algo roze mis piernas y no sea algo que vea de forma directa.

Me tiro al agua y compruebo como algo cambia. Un frescor mueve mi pelo para dejarlo sin gravedad debajo de la superficie. Unas pompas se forman desde mi boca, rescoldos de mi respiración, no puedo controlarlos. Un verdor reina mi visión, con un gobierno de sombras turbias a mi alrededor. Alzó la vista y compruebo como el cielo se ha vuelto un ente aún más inalcanzable y desconocido.

Ya no puedo seguir buceando. Asciendo propulsado por mis dedos y una bocanada de aire es lo primero antes de otra cosa. Las pupilas se dilatan, el anterior blanco aparece ensangrentado. Mis brazos siguen los movimientos de las continuas olitas. En el horizonte de los metros hay algo que me supera en altura. En su cresta farfulla el blanco y en su cuerpo grita el azul. En el movimiento se encuentra la fuerza de su sentido. Pero golpearme la rompe, la parte en dos, aunque continúa su camino hasta abrazar a la orilla. Maldita orilla. Maldita arena.

1 comentario:

  1. ADORO LA PLAYA...! Creo que es lo mejor que puede tener mi ciudad... y lo que le faltaría a la otra. El mar..la arena..la brisa fresca.. A mí me encanta ;) La playa me hacemuy feliz

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