martes, 26 de julio de 2011

Navegando por el mar

-Llevo varios días soñando con algo.

-¿De qué se trata?

-Estoy en mi velero, cruzando el Estrecho de Gibraltar. A proa, decenas de buques mercancía, a popa, el rastro de mi timón surcando el oceáno. Hace un tiempo soleado, con el viento suficiente para que las velas no se tensen, sino que simplemente sean acariciadas suavemente. Llamo a Bea, que sale del camarote interior con sus gafas de sol y su bikini rojo. Me dedica la mejor de sus sonrisas, en la que hace ese ruido de ardillita. Se pone a mi lado, me da un abrazo y señala a dos gaviotas que vuelan en pareja. Yo le guiño el ojo y le besó. Ahí me despierto siempre.

-¿Cuándo murió?

-El tiempo suficiente para que la forma de su cuerpo siga en mi cama.

-Tienes que pasar página. No volverá.

-Claro que sí.

-Está muerta...

-Pero viva.

-¿Dónde?

-Ya te lo he contado.

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