sábado, 17 de agosto de 2013

Lógica totalitaria

El pensamiento único se ha impuesto. 

Es verdad, eh.

No lo nieguen.

¿Por qué he llegado a esta conclusión? 

Hay vacas virtualmente intocables y cuasi adoradas religiosamente: cargas fiscales, titularidad estatal de determinados servicios públicos, inmigración, nivel del sistema educativo, papel de la mujer en la sociedad, funcionamiento y elección de los órganos de poder, vinculación a organismos supranacionales, cambio climático...

Con intocables no quiero decir prohibidos o no sujetos a discusión. Simplemente no se permite la articulación de alternativas coherentes. Todo se dispone para que se someta al circo público durante un tiempo, siendo luego enterrado por otro tema candente.

Algunos asuntos, como la integración de minorías étnicas o la igualdad de género, cuentan con un apoyo idealista que no se ve fundamentado en la realidad. Pertenecen a un credo colectivo que individualmente se deplora. 

Separamos intención de acción ejemplar. De cara, respetemos. Por la espalda, no merecen sacrificio alguno.

Este credo colectivo, constantemente violado por comodidad particular, nos mantiene unidos. Un manto de mil mentiras que tapa una verdad: somos gregarios y cobardes. Al menos la mayoría. 

Así se impondrá el horror de nuevo. Con el sí sordo. Con la ausencia de crítica.

Con todos remando en una dirección.




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