jueves, 9 de febrero de 2012

Partido Popular

Herederos del franquismo. Esta definición persigue a la formación fundada por Manuel Fraga, antiguo ministro del régimen. Luchan por desprenderse de la misma, para que no ser considerados ante la población como personas chapadas a la antigua, con nostalgia de tiempos pasados. Sin embargo, este intento de alejarse de todo lo relacionado con la dictadura les ha llevado a desarrollar un complejo de inferioridad moral frente a su rival, el PSOE. En el momento de adoptar una decisión drástica como imponer el orden o ejecutar una ley urgente, su contendiente tan sólo debe sacudir los fantasmas del pasado y inocular en la mente de los españoles imágenes de desfiles militares y brazos alzados. El miedo se extiende y se suceden las protestas, las huelgas o las elecciones ganadas in extremis.

El Partido Popular ha ido modificando sus formas, su discurso y su ideario para atraer votantes anteriormente vinculados a las tesis socialistas, pero manteniendo a su tradicional electorado católico mediante la cercanía de obispos a miembros de la vieja guardia del partido. Todavía no hay un incremento importante de votantes ex-socialistas que les permita desvincularse de curas y crucifijos, algo necesario para desprenderse finalmente de la carga conservadora, para convertirse en el partido moderno y europeo que tanto ansía Rajoy.

Seamos sinceros, el partido de Rajoy no tiene personalidad. Muy pronto se ha echado en brazos del buenismo patrimonio de ZP y ha confiado en medidas socialistas que nos conducirán a la ruina. Todo ello para estar en la onda de alemanes y franceses, los mismos que no se atreven a desenchufar a la Grecia en coma y que a lo único que aspiran es a mantener su dominio de las cenizas anteriormente conocidas como Europa.

Mariano Rajoy recorta con una mano y gasta con la otra. Un personaje atrapado por  el trauma de perder dos elecciones seguidas debido al perfil de derechas que presentaba su formación. Depuró a personajes representativos del aznarismo (Cascos, Acebes, Zaplana...) con tal de no mostrar un talante tradicional. Ahora está rodeado de ministros palmeros, que le abanican cual sultán apoltronado en su tumbona.

Este PP al menos tiene un plus sobre el PSOE: en su seno hay personas con estudios y con experiencia profesional más allá del "me metí en política a los 22 años y aquí sigo chupando del bote". Hombres como Morenés o Margallo aportan una calidad a sus ministerios inconcebible en el anterior Gobierno.

Que tenga cuidado el PP con su modernez y su europeísmo, porque a mí ya me empiezan a resultar casi tan socialistas como sus rivales. Y puestos a elegir, no me quedaría con ninguno de los dos.

PSOE

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