jueves, 2 de febrero de 2012

Con la infidelidad como buena excusa

-¡Cariño, ya estoy en casa!-exclamó una voz masculina tras el estruendo de la puerta principal al cerrarse

-¡Mierda, mi marido!-la mujer de melena rubia le golpeó la espalda al hombre que yacía a su lado.

Él se levantó de un salto y cogió sus calzoncillos de las mantas revueltas.

-¿Pero no llegaba el martes?-le susurró a la mujer mientras se ponía el pantalón a trompicones.

-¡Y yo que sé!-el manillar de la puerta empezó a moverse-¡Escóndete!

La puerta ya estaba entreabierta. Sólo un ojo avizor habría visto la punta del pien deslizándose debajo de la cama. Pero éste era un hombre de 55 años, con gafas y con la velocidad de una tortuga. La mujer corrió a abrazarle. El hombre le observó su cuerpo bronceado y desnudo con ojos excitados.

"Así da gusto quedarse sin trabajo. Vaya dos finiquitos que tengo delante"

-¡Qué pronto has vuelto!-ella le dió un abrazo y luego un beso en la mejilla-¿Qué ha pasado?

-Bah-le agarró una nalga con fuerza y la fue empujando a la cama-He terminado antes de lo previsto... y quería verte.

-¡Oh, qué detalle!- fingió alegría. Sabía que el peso podía agobiar a su amante-¿Nos vamos a cenar fuera?

"Dios, me gasté todo el dinero en putas y copas"

-Para que irnos fuera si puedo hacerte el amor aquí y ahora- se desabrochó el cinturón y lo tiró lejos.

Ella dormía extasiada en la cama. El hombre permanecía despierto en su lado.

"Mañana el banco se lleva el coche. Pasado mañana, la casa. No puedo pedirle dinero a nadie y encima debo dinero al casino... Esto no lo arregla ni un Nobel de Economía, aunque quizás si me juego lo de la hucha en la lotería...."

Ronquidos desde debajo de la cama. El hombre se asustó primero y luego miró hacia abajo lentamente. Un joven musculado y fuerte hacía el ovillo debajo. Volvió a sus pensamientos.

"¿Violan a los viejos en la cárcel?"

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