miércoles, 22 de junio de 2011

Respiro y sigo

Fuí como una pelusa que vuela y vuela sin saber dónde va a parar. No juzgues antes de saber, nunca me sentí cómodo en este museo de caras decorativas y corazones de papel. Todo me parecía a semejanza de una gigantesca feria de marionetas, donde todas son conocidas por lo que aparentan. Un mundo estructurado por castas, ríase la India.

Sin embargo, no lloro. Me arrepiento, no me sumé a la fiesta, pero no lloro. Sé que hice lo correcto. Aunque la tentación fue fuerte, darle la mano a alguien en una caída mutua, yo lo fuí todavía más. Ni un caballo de madera consiguió entrar en Troya. Sin embargo, ¿de qué sirve una existencia de soliloquio, por muy brillante que sea? Letras llenas de conocimientos pero faltas de chispa. Metí hoyos en uno pero nadie me felicitó por el drive espectacular.

¿Qué es esto? ¿Una lágrima o una gota de agua? La lluvia se confunde con mi pasado. Mi paraguas estaba abierto. Un trazo de Sol en el cielo nublado. Lo tiré y empecé a pasear. Unas vías tienen una dirección, fuí por el campo. Piso charcos, sacó la lengua para probar los reinos de Poseidón, ruedo por la colina a carcajadas. ¿Locura?

Un asco más bien, pero jamás me había revolcado en el barro. Asombroso cuánto puedes disfrutar cual puerco en pocilga.



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