Andando por una carretera a las 7 de la tarde en invierno. Ha anochecido prematuramente. No ves nada ni por delante ni por detrás, tan sólo lo que pisas. Luz esporádica, coches que circulan. Los que vienen de tu espalda te señalan el camino a seguir, los que conducen con destino a tu punto de partida te sorprenden cual relámpago aunque intuyas su presencia en el horizonte.
No te preguntas por qué. Por qué andar. Por qué por la carretera. Lo único que te cuestionas es cuándo. Cuándo olvidarás. Cuándo acabará todo.
No hay nadie más, solo tú...y el campo. Unas ramas rompiéndose aceleran tus pasos y los grillos actúan de coro en tu travesía hacía lo desconocido. Si no sabes lo que pasa en la carretera ¿Fuera de ella? Risas enlatadas.
Piensas en dos horas atrás. Volviste a verla cuando ya dejó de ser motivo de tus suspiros. Fue más amable en 30 segundos de saludo que en 8 años de vecindad. ¿Por qué vuestros caminos volvieron a cruzarse cuando tanto te alejaste del contacto visual con ella?
Otra vez los ojos de sirena que te llevaron a las piedras del autoengaño. Maldita la sonrisa enseñando todos los dientes al mundo. Que dejara de tocarse el pelo y de provocarte inconscientemente. ¿Te miró a ti al darse la vuelta? Tu corazón ha retornado de su exilio.
Convidado en piedra, un brazo enemigo rodeaba la cintura deseada. "Cariño", oíste de los labios que jamás te pertenecieron. Un beso. Odias ser carne y no acero.
Ahora tus pies no pueden más. ¿Son eso callos de haber caminado 7 kilómetros sin parar? El cartel demuestra que estás loco. Lo que te vuelve a bombear tras un largo letargo te recuerda que no puedes huir. Qué quieres que te diga, Dios es vengativo y ni siquiera un pecador autoimpuesto puede escapar a la conciencia de su propio ser. Duro sí, injusto por supuesto.
Qué bonito! Qué bien escribes!
ResponderEliminarEs como una faceta de tu vida, si mal no entendi,,,
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