Ella era como el verano. Una sonrisa te despertaba, una caricia te animaba cuando pensabas rendirte y una mirada te quitaba la ropa. Soñaba con no perderse nada en la vida y vive Dios que estuvo cerca de lograrlo.
Ella era como el verano. Dulcemente inoportuna, extrañamente agotadora. Sudar sin razón, no dormir jamás. Cada hora con ella amanecías sin recordar, cada beso te dejaba regusto de mar picado.
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