Despertarse a las 8 de la mañana, un día tras otro, letanía de evidente funcionalidad y complicada explicación. Saber el motivo de todo lo que hacemos no parece una idea agradable. Mejor responder que preguntar.
Al hormiguero todos juntos, libres y racionales. Sentados en filas y columnas. Copiar todo lo que dice el hombre que levanta la voz, como aquel que enseña a su perro a sentarse. La palabra de la sabiduría y de la verdad, otorgada a la mera experiencia.
Libros, libros y más libros. Escritos por muertos o jubilados que ya no tendrían más que dejar entrar en el mundo a la nueva ola. Pero ahí siguen, con reglas rotas, luces apagadas y técnicas anticuadas.
El hombre que emprende no le enseñan, sino que más bien enseña. ¿Qué generación exitosa se ha dejado dominar por la anterior? Jamás hubo tanta ocasión de triunfar a la vez que tanta pasión por fracasar. Eso sí, todo ello con el despertador a las 8 de la mañana.
Haces unas reflexiones profundas con esa vena aforística que tanto te cunde, pero acaso un tanto atonales, por pesimista o pésimo (que viene a ser lo mismo), lo que te impide llegar a la transmisión coherente del mensaje. Como humilde crítico te lo hago notar y ánimo con el blog; yo también tengo uno a ver si comentas algo...
ResponderEliminarputo gay.
Muy grande la entrada, señor Gandullo. Te propongo que, a pesar de ser oficialmente un estudiante que escucha, duerme (jajajjaja) y transcribe lo que dice un orador a partir de testamentos de muertos que jamás ha puesto una empresa en funcionamiento, seas en la p´ractica un emprendedor, esto es, una persona proactiva y que aprenda mucho más de lo que la apariencia puede permitir, porque las paradojas son grandes rompedoras de todas las convenciones ya establecidas y las que están por venir. Te animo con este Blog, Gandul y deja de dormir, cojones, llega pronto a clase y escucha al profesor, jajajjajaja.
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