Ví "Amanecer" hace unas semanas. Reconozco que fue una película potable. Es más, el principio tiene un par de frases inspiradas (supongo que sacadas del libro, los guionistas de Hollywood para superproducciones no brillan por su genialidad)
Pero lo que no se puede discutir es la falta de emoción que transmite Edward (Robert Pattison) y el exceso de pichacortismo que delata a Jacob (Taylor Lautner). No creo que sea necesario destacar por qué se acudió en masa a ver ésta y el resto de la serie (CARNE, CARNE Y MÁS CARNE), pero la cuestión es que a un espectador de cine medio le cuesta horrores tragarse tal maraña de pasteladas y ohquébonitos si los que interpretan la función por parte masculina no son ni siquiera dignos de una obra de teatro escolar. Y no, no mencionaré a Bella (Kristen Stewart) porque su expresividad podría compararse a la de Chuck Norris.
Después de esto, declaro mi amor a las películas de amor (valga la redundancia) Eso sí, no consiento que la seriedad brille por su ausencia. No me refiero a que tengan que ser dramas ampulosos de cinco horas y media, sino a que sean productos de artesanía bien hechos y al servicio del arte, no de lo comercial.
Casos como el de "Casablanca"(1942), una de esas historias que vertebran a todas las generaciones en cuanto la ven de forma detenida. Dicho lo cual, es una película propagandística, con el trasfondo de la Segunda Guerra Mundial y la participación americana siempre presente. Sin embargo, eso no le impide relatar el amor imposible entre Rick Blaine (Humphrey Bogart) y Ilsa (Ingrid Bergman), que se complementan con la naturalidad que corresponde a las relaciones amorosas.
La recomiendo fervientemente a los que no la hayan visto y propongo revisitarla a los que sí.
P.D: Es en blanco y negro, como la vida misma
No hay comentarios:
Publicar un comentario