-¿Quién es?
-¿Estás de coña?
Michael tardó 10 segundos en articular palabra por el telefonillo de su casa. George silbaba una canción al otro lado, en el portal del arrogante edificio que se levantaba en pleno centro de Manhattan.
-¿Sigues ahí?
-Sí. ¿Qué quieres?
-Charlar.
-Ya "charlamos" en su momento.
-Déjame pasar y bebemos algo.
-Acabo de comer. Quiero dormir un rato.
-Venga...
-No.
-¿Por qué?
-Lo sabes demasiado bien.
-¿El qué?
-Olvídame.
Michael colgó el teléfono. Se dirigió a la cocina, donde cogió la botella de brandy medio vacía. En poco más de un minuto ya estaba vacía. Un puño empezó a golpear repetitivamente su puerta. No le hacía falta saber quién era, unícamente debía dejarle entrar para que la huída de su pasado terminara.
-¡Hey, tío, cuánto te he echado de menos!-George le abrazó nada más verle.
-¿Qué quieres?
-Tío, te veo con una cara muy larga. Antes estabas más alegre.
-Me cansé de sonreír porque jamás era cierto.
-Tuvimos grandes momentos, tío.
-Tú tuviste grandes momentos.
-No mientas.
-Hace tiempo que dejé ese vicio.
George se sentó en el sofá largo, con los brazos extendidos. Michael se decidió por su sillón, alejado del contacto físico con él.
-¿Qué tal te va la vida?-George cruzó las piernas. Michael las mantenía estáticas.
-No te importa.
-Tío, somos amigos...
-¿"Somos"?-Michael esbozó un destello sarcástico en su boca.
-Venga ya...
-Mejor de lo que te puedas imaginar.
-Me alegro.
-Sigues mintiendo sin ningún tipo de tic. Muy propio de los psicópatas.
-Ja, ja.
Michael se levantó para beber de la botella de brandy que todavía quedaba en la despensa. Se la trajo hasta el sillón, donde la descorchó con la llave de su piso.
-No deberías beber tanto...-le susurró George mientras la botella iba perdiéndose en la garganta de Michael.
La dejó en la mesa, con un cuarto consumido.
-¿Algo más?-le cuestionó secándose los labios con el brazo.
-La verdad es que no.
Mario le dió la mano. Juan no le miró. En el marco de la puerta, una voz surgió de las entrañas de la nostalgia dolorosa:
-¿Cómo está ella?
Se detuvo automáticamente. Respondió sin mirarle:
-Sigue en coma.
-¿Recibió mis flores de la semana pasada?
-No, al parecer mandaron un paquete sospechoso y tiraron todos los envíos de la semana. ¿No te avisaron del hospital?
-No.
-Bueno, adiós-Cerró la puerta de un portazo.
Sabría del bloqueo si la hubiera enviado por correo. Pero es que se las entregó personalmente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario