Seis reyes gobiernan en un solo vaso: brandy, whisky, vodka, tequila, ginebra y ron. Murieron todos en el foso de mi garganta.
Agua hervida que pasa a congelada con un click. El pelo se pega a la frente y no veo mis pies. Una mano me golpea en la rodilla y me grita que me despierte. Qué humos para tan poco tren.
Trompetas del cielo. Sonidos latinos. Perdona, paso. Eh, no me roces el culo. Guau ¿y esa de la tarima? Aquí bien ¿no? Pues a bailar.
¡Ruge el estómago buscando la comida del empate! ¡Desplaza el juego a la cocina, donde parece que el frigorífico podría tener la clave! ¡Pero no! ¡Es domingo y ya no quedan ni yogures de piña! ¡Los dolores de cabeza inician la contra! ¡No hay ninguna oposición! ¡La garganta se resiente y no puede hacer nada para impedir lo inevitable! ¡El gol que sentencia el día!
-¿Esta noche salimos?
-Ok, damos una vuelta y me voy.
-Vale, adiós.
(Representación dialéctica del autoengaño)
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